Para fin de año, Diptyque celebra este ojo por la belleza, que lleva 60 años dando forma a la identidad y personalidad de la Maison, y abre su cofre del tesoro: creaciones perfumadas y decorativas con preciosos acabados.

Navidad de 1961. La tienda Diptyque había abierto recientemente sus puertas en 34, boulevard Saint Germain. Para la temporada festiva, los fundadores decidieron decorar los escaparates de las tiendas con tradicionales faroles navideños. Los transeúntes y los periodistas llamaban para comprarlos, ¡pero no estaban a la venta! Se tomó una decisión que cambió la fortuna de la tienda para siempre: además de telas, el trío vendería artículos decorativos y perfumados elegidos en todo el mundo o hechos por ellos mismos.

La agudeza de un ojo para detectar la belleza en todo, la capacidad de seleccionar objetos y aromas que desencadenan emociones visuales y olfativas.... La libertad de seguir la intuición para crear un universo singular, sin preocuparse por las tendencias... Esta curiosidad es el mayor tesoro de Diptyque.

La fluidez de una línea, las vetas de una piedra semipreciosa, los reflejos relucientes de una perla de vidrio... Tantas fuentes de inspiración y asombro.

El espíritu de los orígenes se materializa en creaciones contemporáneas sencillas, pero preciosas que no se pueden encontrar en ningún otro lugar, excepto en Diptyque.